lunes, noviembre 28, 2005

La transparencia imposible

LA POLITICA de transparencia del actual gobierno poco a poco se va pareciendo más al chiste que narra la discusión de un gringo y un cubano sobre la democracia. "En mi país —dice el gringo—, hay mucha democracia; cualquier persona puede mentarle la madre al presidente Bush". "Y en el mío —responde el cubano— también". Hay ahora mucha libertad para denunciar la corrupción, ¡de Patria Vieja! ¡Y confórmese con denunciarla porque mientras los idiotas comúnmente nos esforzamos por ser genuinamente torrijistas o arnulfistas, los otros, maleantes de cuello blanco, resultan ornitorrincos políticos (torrijo-arnulfistas o de cualquier otra "ideología" parecida), parientes, socios de las mismas empresas y protegidos de éste y todos los gobiernos que a base de consignas huecas y campañas de marketing han asaltado y seguirán asaltando el poder político para monopolizar desde allí la amplia red de negocios lícitos e ilícitos que han proliferado y siguen proliferando en el país del canal, haciendo de la transparencia, como en este caso, un cuento de hadas.

Se hace imposible la transparencia si cuando los "nacionalistas" llegan al poder dizque a fomentar una transparencia interna, a lo externo, éstos, en total secretismo, se alinean con políticas extranjeras y estrambóticas que buscan desvirtuar el status de nuestra neutralidad canalera para llevarnos, por acción u omisión, hacia los campos de batallas donde con cualquier pretexto se siguen destruyendo civilizaciones y aniquilando a millones de seres humanos.

Se hace imposible la transparencia cuando quien la promueve como política de estado se rodea o se hace asesorar por políticos transformistas o por individuos inescrupulosos (ladrones de vieja data) que se han aprovechado de éste y todos los gobiernos para incrementar, gracias a estas complicidades oficiales, sus fortunas ilícitas.

Se hace imposible la transparencia si quien la promueve como política de estado, al realizar giras de trabajo por el interior, en vez de rodearse de gente humilde, se hace escoltar por carcamales políticos, traficantes de influencias devenidos en depredadores de la cosa pública que a vox populi pregonan su opulencia y ostentan sus vínculos palaciegos.

Se hace imposible la transparencia cuando los mismos magistrados y funcionarios de la CSJ viven inmersos en escándalos perpetuos (drogas, liberación de narcotraficantes, descautelaciones) o cuando alguno de aquellos “magistrados” se vale de su cargo para enturbiar la transparencia, perseguir a periódicos y periodistas o a quien ose denunciar u oponerse a las instransparencias que hoy ensombrecen a la que alguna vez fuera una augusta corporación de justicia.

Se hace imposible la transparencia si la Asamblea de Diputados, además de ser un escenario de permanentes escándalos, sigue actuando como un ente cómplice/sumiso, inhibiéndose de iniciar cualquier proceso judicial en contra de altos personeros del Ejecutivo y Judicial para evitar que, como medida retaliatoria, los encausados se defiendan encausando a los padres de la patria por cualquiera de los muchos delitos por los que éstos han sido y siguen siendo denunciados.

Se hace imposible la transparencia si únicamente se encarcela o se le monta operativos encubiertos a los monos titíes mientras que otros, los monos gordos, los allegados a palacio, los apóstoles invisibles de la impunidad, siguen resultando los eternos protegidos del mismo sistema de derecho que tiene la obligación de investigar y castigar sus delitos.

Se hace imposible la transparencia si los funcionarios que tienen la obligación de proteger los bienes del estado se convierten en promotores, encubridores y defensores de quienes con total impunidad vienen usurpando, destruyendo o vendiendo, a nacionales o extranjeros, bienes de dominio público (playas, islas o manglares).

Se hace imposible la transparencia si los funcionarios que se nombran como jefes o subalternos de las instituciones públicas, más que de probidad y meritocracia, tienen que hacer gala, para sobrevivir, de complicidad y servilismo ante el "político" que los recomendó para dicho puesto y cuyos ilícitos supuestamente va a investigar el desabrigado funcionario nominado.

Se hace imposible la transparencia si los puestos públicos claves son propiedad de carcamales políticos que los ejercen por intermedio de sus familiares o de testaferros sumisos que por un salario hacen el show de estar sirviendo a la patria y al "partido de los pobres".

Se hace imposible la transparencia si los servidores públicos se enemistan a muerte con cualquier ciudadano que haga valer sus derechos o que de alguna manera trate de fiscalizar las acciones u omisiones de los mismos para evitar que mientras ocupan su lengua hablando de transparencia no estén simultáneamente extendiendo sus manos para recibir las coimas o sobornos que paulatinamente de cero a cerro han llevado a la corrupción pública y privada. Y todo porque, como en el chiste del gringo y el cubano, en este país hay mucha voluntad de combatir la corrupción, ¡de los titíes de Patria Vieja o de Patria Nueva!